La pasividad en el conocimiento

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           Ya que podemos utilizar aparatos electrónicos en la escuela para tomar notas, algunos de mis compañeros—incluyéndome de vez en cuando— suelen emplear el tiempo de clase para hacer otras tareas o leer sobre algo que les interese, ignorando al profesor. Ese fue el caso de un amigo que estaba sentado a mi lado. Estabamos en clase de historia y él estaba frente a su portátil, desatendiendo la clase para leer la lista de los escritores cuyo ingenio excepcional les había permitido ser nominados para el Premio Nobel de Literatura. Mientras tanto, la profesora estaba explicando el proceso de la Transición española. A priori, podría parecer que sólo se trata de un acto de descortesía. Sin embargo, creo que se pueden extraer más conclusiones a partir de esta situación.

           Mi amigo cree en la importancia de la cultura general. Le encanta leer artículos de Wikipedia sobre diversos temas, personas y conceptos que desconocería si no hubiera sido por aquella magnífica enciclopedia libre, que le ha brindado abundantes conocimientos de una amplia variedad de temas. A veces, esto puede ser beneficioso. Una vez mencióno una larga lista de hechos culturales e históricos sobre una ciudad japonesa; yo ni siquiera sabía que existía, prueba de ello es el hecho de que no puedo recordar su nombre.

           No obstante, uno debe tener presente que el ejercicio de recordar hechos no es paralelo a la inteligencia. Gracias a que tenemos el internet a nuestra disposición, cualquier persona, independientemente de su grado de conocimiento en relación a un tema, puede buscar cualquier hecho específico en segundos; y también podría memorizarlo con la misma rapidez si utiliza las técnicas correctas. La acumulación de numerosos hechos es una tarea poco relevante si no tiene en cuenta el fin último de todo conocimiento: producir nuevas ideas que, más adelante, formarán nuevo conocimiento.

           Ahora, no deseo defender una perspectiva puramente pragmática del conocimiento; creo que, ocasionalmente, es bastante provechoso ahondar en información que, al menos a primera vista, no nos será útil para los estudios o el trabajo. Sin embargo, ¿de qué me serviría a mí saber que el 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera dio un golpe de estado contra el gobierno español si no entiendo las causas por las que este se produjo? Si no comprendemos las interrelaciones entre los hechos que aprendemos, estaremos utilizando nuestra memoria de manera superficial, sin explorar todo su potencial.

           La memoria nos sirve para retener ciertos hechos relevantes con los que elaborar una extensa red de conexiones que, finalmente, nos permitirán alcanzar una comprensión profunda del tema que deseamos aprender. Asimismo, una vez hecho esto, descubriremos que somos capaces de recordar varios de estos hechos de forma natural, casi involuntaria. Esto, en última instancia, nos llevará a concebir nuevas ideas y, por tanto, aportar nuevas perspectivas sobre dicho tema: en lugar de ser consumidores pasivos, podremos contribuir a su conocimiento general.

           Quiero aclarar que no tengo nada en contra de mi amigo. De hecho, me cae bastante bien; es uno de mis amigos más cercanos y siempre le deseo lo mejor, aunque a veces la ociosidad se le pegue. Pero creo que evaluar las acciones propias y las del resto es una buena práctica para nuestro día a día.

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