Hace poco releí el cuento de Jorge Luis Borges llamado «La intrusa», de la antología El informe de Brodie, y una de las líneas finales me llamó la atención:
—A trabajar, hermano. Después nos ayudarán los caranchos. Hoy la maté. Que se quede aquí con sus pilchas. Ya no hará más perjuicios.
Jorge Luis Borges
El cuento narra el conflicto que surge entre un par de hermanos, Cristián y Eduardo, por haberse enamorado de la misma mujer; por lo que intentan diversas soluciones para evitar que los separe, pero, finalmente, uno de ellos, Cristián, decide matarla.
Uno de los aspectos más destacables es que Juliana nunca hace nada por decisión propia. A pesar de que la lleven a un prostíbulo y luego la recojan como si nada hubiera pasado, el narrador nunca menciona ni sugiere una queja o un leve descontento. Es una mujer pasiva y sumisa que simplemente deja que los hermanos la controlen. Esto se refleja mejor cuando el narrador dice «La mujer atendía a los dos con sumisión bestial; pero no podía ocultar alguna preferencia por el menor (…)». Aquella preferencia, sin embargo, sólo es dicha por el narrador, pues no se muestra en ningún momento de la historia. Esto puede deberse a que, según declara el narrador en la primera línea del cuento, esta fue narrada orginalmente por Eduardo, el menor.
Las únicas líneas de diálogo que hay en el cuento son de Cristían, lo que revela su autoridad por ser el mayor; de ahí que sea él quien decida matar a Juliana. Además, el narrador señala que, en las discusiones de los hermanos, «Cristían solía alzar la voz y Eduardo callaba». Aun así, ambos la trataban con desdén pese a estar enamorados de ella, pues estaban avergonzados de ese afecto, al ir en contra de los principios de su suburbio. Esto refleja las costumbres y el carácter que tenían y debían de tener los antiguos arrabaleros: hombres hostiles al sentimentalismo que vivían en las riñas de la tarde y el alcohol de la noche; hombres que vivían entre hombres y sólo usaban a las mujeres para un fin concreto y efímero. Esta es la razón por la que el narrador decide escribir esta historia: «…en ella cifra, si no me engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos».
A diferencia de los temas que suele tratar Borges en sus cuentos, en «La intrusa», aborda aquellas costumbres que solían practicar los hombres para ser considerados varoniles en aquella época, ganándose el respeto del común de las gentes. Quizás esto aún pueda entreverse de algún modo en la actualidad.